PARED JENA copia

esto es una jena

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Lugar: International Singin' Sensation

martes, enero 26, 2010

jena of the day: los padres


(pie de foto: mireferente)

(98.8) Larry Page, Sergey Brin, Steve Jobs, Mark Zuckerberg y Davismiles. Efectivamente, los cinco somos los pilares fundamentales que sujetan estas cuatro paredes de mierda de este chiringo worldwide al que denominamos el Internet. Sin embargo, si me permiten la inmodestia, creo que estoy un escalón por encima de ellos. Empresarialmente, pienso que estamos en niveles parecidos: Google es un grato buscador. Apple es un excelente creador de dispositivos. Facebook es un desarrollador de amistades de garrafón como no hay otro. Davismiles Guadianing Blogging Inc. es un imperio bloguístico que está creando escuela en términos de no actualización y abandono de cabeceras. O sea, los Pelé, Maradona, Di Stefano, Cruyff y Michel Salgado del Internet, para que ustedes me entiendan.

Donde servidor de ustedes se destaca claramente es el aspecto personal. ¿A quiénes de ellos les han desheredao por utilizar de forma políticamente incorrecta el Internet ? ¿Eh? Seguro que Zuckerberg es amiguito de sus padres en Facebook y les comenta su estado y las fotos de los viajes de los sres de Zuckerberg a Costa Rica, Cincinatti y Pekín, y lo bien que le queda a la sra. de Zuckerberg esa peluca nueva que se ha comprado, garantizándose prácticamente el quedarse la casa de los Hamptons cuando, Dios don't want it, The Zuckerbergs pasen a mejor vida.

No es mi caso. Están ustedes leyendo al primer Desheredao 2.0 de la historia de la world wide web. Desheredao por un blog. Un pionero. Aquellos lectores históricos de esta jena de blog recordarán cuando, hace ya 3 años, éste se convirtió en una sucursal anticipada de Sálvame Deluxe. Por coincidencias del destino, mi señora madre iniciaba sus primeros pinitos internéticos en aquellos momentos y decidió que podía leer el blog de su hijo "el gracioso sin gracia" a ver de qué iba. Y en uno de los posts se me ocurrió escribir algo así como que mi nuevo triciclo motociclístico me daba más estabilidad que mis señores padres. Bueno, pues mi madre y yo no nos hablamos desde entonces.

Con mi padre, todo bien pero últimamente ha estado enfermo y he tenido un par de encontronazos con él por que la terapia recuperadora que pretende aplicarse a si mismo basada en el aquínohapasaona, a mí no me convence porque a los 10 días de salir del hospital estábamos otra vez de vuelta porque, lamentablemente, el tema vivir en una casa sin calefacción cuando estamos en la peor helada de la historia no puede ser bueno para una persona de 70 años que está recuperándose.

Las relaciones con los padres son siempre complicadas. Se generan muchas expectativas por ambas partes que casi nunca se cumplen, lo que lleva a situaciones gratamente frustrantes. Y creánme que estoy acojonao. Ahora mismo estoy en plena luna de miel con Davismiles Jr.: partidos de fútbol de gormitis, unos contra uno a muerte en la canasta del patio, cuidado y mantenimiento de Drenthe, nuestro Eyepet de confianza, encuentros de fútbol pasillo de la máxima rivalidad, visionado conjunto de hits cinematográficos como El Rompedientes, cenas hasta las tantas en nuestro McDonald's de referencia... todo lo que dos niños de 6 años pueden compartir. Y me aterroriza que llegue un momento en el que servidor le parezca una jena y se vaya todo a la mierda.

Porque estoy convencido de que eso, más tarde o más temprano, acaba pasando en mayor o menor medida con todos los padres y con todos los hijos. Y si no soy capaz de hacer comando-Z con la situación con mis padres, no me veo capaz de hacerlo cuando pase con mi hijo. Lo cual es una jena galáctica.

jueves, enero 14, 2010

jena of the day: las tres cifras



(pie de foto: otroquetalbaila)

El problema que tienen los comienzos de año (aparte del concepto FELIZ AÑO, ya glosado gratamente en éste su blog) es que uno en las vacaciones se hace gratos planteamientos peliculísticos sobre el futuro que le espera, se pone diecisiete propósitos a cumplir según empiece de nuevo el cole. Y, claro, el lunes uno se enfrenta con la jenística realidad cotidiana y se rinde a las primeras de cambio.

Antes de irnos de vacances, mantuve una grata tertulia laboral en esa estancia lúgubre y feuna que es la cafetería/cocina/sala de reuniones de mi agencia. Como estábamos en período prenavidístico la tertulia giró inevitablemente sobre los excesos gastronómicos de las fiestas, tema que celebré yéndome a la máquina a por una excelsa pieza de bollería industrial en lujuriosa forma de palmera de chocolate.

Mientras degustaba esa maravilla intentando que los pedazos de chocolate no me salieran por las comisuras de los labios dije, sin parar de engullir: "pues yo me encuentro gordísimo". Típica frase que sueltas esperando que alguna persona, bien piadosa, bien vamosahacerlelapelotaaljefe, te responda: "venga Davismiles, que no estás tan mal".

No.

Hubo un silencio en el que sólo se escuchó mi accionar mandibular durante un instante que pareció eterno. Al engullir ese último (en sentido figurado, me clavé otra inmediatamente después) trozo de palmera, una fenómena que trabaja conmigo se pone muy seria y me dice: "Davismiles, ¿no estarás en las tres cifras?".

Dios mío. Las tres cifras. 100 kgs.

Ya sé que tengo casi 41 palos y que estoy en edad de engordar y flaccidearme a tope pero, como dijo el gran Luis Aguilé para explicar su relevancia musical a las jóvenes e ignorantes generaciones: "yo he sido Luis Miguel, yo he sido Ricky Martin". Es decir, cuando uno ha sido un sex-symbol como, modestamente, es mi caso, no puede ser un gordo total. No puede ser que no le entren el 86,7% de los pantalones. No puede ser que las camisetas le queden exactamente igual que al padre de Los Increíbles. No puede ser que los elásticos de los gayumbos estén dejando de ser elásticos. No puede ser.

Así que decidí lo que decidimos todos. Las vacaciones son para disfrutarlas. Me pongo morao a pesi-colas, vamos combinando los doritos con las nécoras según convenga, y luego cuando volvamos a la rutina normal, pues ya me pongo a régimen, que tampoco es cosa de ir por ahí sufriendo en estas fechas tan señaladas. Dicho y hecho. La primera parte, por supuesto.

El lunes por la mañana procedimos al pesaje al más puro estilo Muhammad Ali. Toalla albornocística, despojamiento de la misma, underwear incluida por los gramos que pudiera aportar. Subo a la báscula, contenimiento de respiración y... 99.9.

Las tres cifras están a sólo un bollycao de distancia.

Pero esto se ha acabao. Y cuento con ustedes. A partir de ahora, cada vez que escriba un post empezaré poniendo en qué peso estamos, al estilo (500) Days Of Summer, la película que más me ha gustado últimamente de las que no me deberían haber gustado. A ver si así me muero de vergüenza y vuelvo a ser ese latin lover que llevo escondido debajo de 6 capas de grasa.

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